Ya no espero.

Durante muchos años te esperé. Un buen día llegaste a mi vida y, como suele pasar con los grandes acontecimientos, ni cuenta me di. Al poco tiempo de tratarnos te viste muy interesado en mi. Frecuentemente me decías que como yo no había otra y aún con toda mi soberbia y vanidad, dudé de tus palabras. La vida me hizo desconfiada y, sentimentalmente hablando, poco romántica. Me acostumbré a mirar a los hombres todos iguales: un puñado de hormonas desalmadamente frívolas, luego me di cuenta de que no todos son iguales… que hay otros peores, obviamente eres de los no tan peor por eso me enamoré de ti.

Al principio, las mariposas estaban de ocupas en mi cuerpo cada que recordaba tu nombre escrito con las letras del AMOR… literalmente. Mi altanera niña mala no reconocía que se había enamorado, pero ansiosa escribía cada noche e-mails largos cargados de esperantismos románticos y estos se fueron convirtiendo en ilusiones que se transformaron en una locura…de la buena.

2008, parece que este corazón se pudre de latir. Me acepto nuevamente enamorada y pago la cuota necesaria. La locura me enseñó a dibujar corazones con las pocas nubes que habitan el desierto. Hoy, más bien ayer, esos trazos desaparecieron con la lluvia, la bendita lluvia que te trajo a mi vida el verano pasado.

Ahora, tu tienes el sol en casa y una certeza que te hace feliz. Yo, me siento viva al confundir lágrimas con gotas de lluvia, ya no espero al arco iris ni al rey sol, ya no espero…ahora disfruto aunque suene paradójico. Al final de cuentas nuestra historia tuvo el mejor de los finales, uno muy romántico con aires de segunda parte.

Con esto los dos salimos ganando, habrá que ver que viene después.