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miércoles, 4 de junio de 2008

Cachorita viajera, fuma hierba y le da chorro.


Oaxaca poco a poco se va revelando ante mis sentidos, va alertando su presencia en el universo y agudizando su llamado que llega lento como rumor indescifrable. Amansa, muy a su manera, mi espíritu, lo conduce paso a paso hacía la paz en esta vida agitada. Me seduce y provoca a cada acercamiento, pero con un poco de sabiduría prestada aguardo el primer encuentro con la tierra del barro negro.

De mientras una parte de Oaxaca viene hacia el desierto. Una mujer de espíritu guerrero y sanador. Esta cachorita de mezquite venció realidades invencibles, buscó y encontró la manera de ir hacia la capital para estar presente entre el público que disfrutaría a Lila Downs el sábado pasado.

El padre sol me esperaba tácito entre los cerros que guardan la ciudad capital y una vez que hubo amanecido el sábado, empezó a sacarme el mal del cuerpo. Yo creo en aquello de que la hierba cura la mala fe, creo en la hierba como purificadora del cuerpo y del espíritu, e hice uso de ella con gusto. Después fui a disfrutar de Lila y aunque estaba lejos del escenario tocó hasta las fibras más intimas de mi ser.

Ay, Sandunga! Tu canto fue el temblor de tu pueblo que quiere abrirme la entraña, Ay, Sandunga! Sabia interprete que dejaste la sandunga al final para terminar cortando la cola palpitante de esta poróhui, y fue eso y mucho más. Fue el arrastre de tu cuerpo por el escenario, fue la voz que aún resuena en mi interior. Es Oaxaca que aulla por las noches.

Y ahora ya estoy acá en mi tierra, mala del estómago -se me está saliendo el demonio por la cola- empezando a vivir de nuevo la rutina.

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